El entorno
Ancares necesita ciclismo y el ciclismo necesita Ancares. Si tuviésemos que elegir un enclave ideal para la práctica de esta modalidad deportiva tan dura y mágica, pocas comarcas reúnen tantos y tan buenos ingredientes: montaña infinita, carreteras recientemente acondicionadas con puertos cautivadores… y un tráfico rodado casi inexistente.
No es posible encontrar una comarca más singular que Os Ancares. Situada en la frontera entre Galicia y León, la vida en este lugar transcurre inexorablemente vinculada al vasto territorio que la define: fuertes pendientes, amplios valles, una importante riqueza forestal y una constelación de pequeños pueblos diseminados en el contorno.
Las cumbres, míticas para la memoria de los aficionados gallegos y leoneses al montañismo, y los valles amplios, con hermosos paisajes y surcados por los cauces de ríos y arroyos, se unen a una peculiar arquitectura popular, a los restos históricos existentes y a un ritmo de vida en comunión con la naturaleza que hace de Os Ancares una experiencia genuina.
Vestigios del pasado, de las luchas entre el Imperio Romano y los pobladores celtas que se refugiaron en las montañas, son los numerosos castros que salpican las zonas altas de la orografía de Os Ancares.
Del mismo modo, su histórico aislamiento, debido a las dificultades orográficas y climáticas, ha dificultado enormemente la comunicación con los núcleos de población más grandes, pero, al mismo tiempo, han favorecido la permanencia de sus tradiciones y la preservación de su arquitectura popular, entre la que destacan las pallozas y los hórreos. Sin embargo, en su punto más oriental, O Cebreiro, es también un área de contacto con las diversas culturas que durante siglos ha traído a Galicia el Camino de Santiago.
Finalmente, sus valores medioambientales y paisajísticos son indiscutibles: un territorio cargado de belleza que es necesario poner en valor siempre bajo la exigencia de un turismo responsable.